Un sistema automático puede controlar desde la alarma de un despertador hasta el lanzamiento de una nave espacial.
Generalmente, los sistemas de control se componen de un dispositivo de entrada, una unidad de control y un dispositivo de salida.
El dispositivo de entrada suele ser un sensor que detecta las condiciones del entorno. Cuando se detectan variaciones en el entorno, se producen pequeñas variaciones en el sensor que se transforman en señales eléctricas. Esta señal eléctrica se amplifica, y se introduce en un circuito electrónico o en un sistema de control por ordenador para que se produzca una acción de control sobre los actuadores, como arrancar y parar un motor, o encender y apagar una luz.
Un sistema automático está constituido por un dispositivo de entrada, una unidad de control y un dispositivo de salida, que conectados entre sí realizan la transferencia de información.
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